LA ARQUITECTURA
DE LA BODEGA

Can Axartell es una de las bodegas más modernas e innovadoras de la isla. Desde el principio, el objetivo era hacer realidad el lema de la casa también en la arquitectura, entre otras cosas: la integración de la bodega de la forma más discreta posible en su entorno, trabajar con la mayor eficiencia energética posible y procesar la uva y el vino con suavidad. Después de una larga y minuciosa fase de planificación, los tres aspectos se realizaron en el corto período de construcción de dos años.

Los planos originales del edificio fueron desarrollados por el diseñador catalán Sergi Bastidas. También fue responsable de la reconstrucción de la antigua casa. Sin embargo, pronto se hizo evidente que se necesitaba un especialista para diseñar el Método Gravedad como núcleo de la bodega. José Hidalgo Togores, fue el responsable de esta planificación. El ingeniero agrónomo y enólogo es una institución de la viticultura española. Es enólogo, consultor, profesor y editor de la obra estándar de dos volúmenes Tratado de Viticultura, escrita originalmente por su padre Luís Hidalgo Fernández-Cano. Junto con la enóloga Ana Martìn, también asesoró a Can Axartell en sus inicios. Como especialistas en el manejo cuidadoso de la uva y el vino, han refinado las bases para la maduración del vino por gravedad.

Finalmente, el arquitecto alemán Bernd Schmahl, residente en Mallorca, se encargó de diseñar la bodega en torno a la idea central del Método Gravedad como obra de arte arquitectónica, en la que armonizaron las diversas ideas y deseos fundamentales de la familia propietaria, así como los requisitos técnicos con las especificaciones estéticas del arquitecto del Ayuntamiento de Pollença. El ingeniero agrónomo Juan Artigues fue el responsable de la construcción técnica de la obra. Uno de los grandes retos fue la obtención de la licencia de obras, ya que el conjunto forma parte de la Tramuntana, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Los requisitos son, con razón, muy elevados si se va a construir un nuevo edificio. Con demasiada frecuencia, las construcciones de las últimas décadas no han encajado con el paisaje original. La solución fue finalmente construir la bodega en el interior de la cantera e integrarla en el paisaje de tal manera que permaneciera en gran medida invisible. Esto resultó ser un golpe de suerte, ya que las bodegas requieren una temperatura uniformemente baja, lo que hace que casi no sea necesario un enfriamiento adicional de los vinos, incluso en pleno verano.

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